Luis, de 20 años, siempre había estado muy unido a su madre, Marisol, una mujer de 45 años. Marisol era una madre amorosa y una esposa dedicada a Juan, con quien llevaba 22 años de matrimonio. A pesar de su edad, Marisol era una mujer impresionantemente bien conservada: su cuerpo voluptuoso, con curvas pronunciadas, un pecho grande y su enorme trasero sumado a una cara hermosa la hacían parecer de no más de 30 años y la convertían en el centro de atención dondequiera que iba.
Mientras se admiraba en el espejo los recuerdos de Marisol inundaron su mente, vio recuerdos del amorío con Diego: las noches furtivas con el, sus manos ásperas recorriendo el sexy cuerpo de su madre, los gemidos que escapaban de sus labios mientras él la tomaba y penetraba con una pasión que su padre no le había dado en años.
Luis decidió que lo primero que haría al ver a diego era terminar con el. Se terminó de arreglar, una blusa morada que resaltaba sus pechos, unos jeans ajustados que hacían ver a su trasero demasiado tentador y para finalizar un par de tacones para resaltar aún más sus caderas.
Fue a su encuentro, habían quedado de verse en un hotel del centro de la ciudad, un hotel lujoso y sofisticado que Marisol había reservado cuidadosamente para no ser descubierta. Cuando Diego llegó y abrió la puerta del cuarto, sus ojos se iluminaron al verla. “Marisol, estás más hermosa que nunca,” dijo, acercándose para besarla. Luis, aunque incómodo, dejó que el beso ocurriera, sintiendo los labios cálidos de Diego contra los suyos. Su nuevo cuerpo reaccionó de inmediato: un calor húmedo se encendió entre sus piernas, y sus pezones se endurecieron bajo el sostén. “Para,” dijo finalmente, apartándolo con firmeza. “Esto se acabó, Diego. No puedo seguir engañando a Juan.” Diego intentó convencerla, sus manos deslizándose por su cintura, pero Luis fue tajante. Eliminó las fotos del celular y cortó todo contacto, regresando a casa con el corazón acelerado deshizo el hechizo y vio como su madre pensaba que todo lo que había ocurrido lo había hecho ella, el plan había funcionado pero, un deseo que no podía ignorar había quedado dentro de Luis.
Los días pasaron y Luis pasaba bastante tiempo dentro del cuerpo de su mamá, había encontrado cierto confort en ser ella y comenzaba a disfrutaba mas la vida como Marisol que como Luis. Estaba aprendiendo a amar a sus hermanos como sus hijos y curiosamente ser madre le resultaba sorprendentemente gratificante. Las cosas cotidiana en la vida de una ama de casa le resultaban bastante fácil gracias a los recuerdos de Marisol que le proporcionaba el hechizo y algo más que disfrutaba era las miradas que recibía de los hombres cuando salía de su casa, esas miradas le daban una gratificación que no sentía como hombre, se sentía hermoso.
A pesar de todo, había una situación en la vida perfecta de Marisol, su relación con Juan (su padre) era un problema. Aunque Juan amaba profundamente a Marisol, su deseo sexual había disminuido con los años, mientras que Luis, en el cuerpo de Marisol, sentía con un apetito sexual insaciable y eso el libro no lo advertia, Luis cada vez más se sentía con la necesidad de ser tomado y cogido por su papá y una noche, mientras se preparaba para dormir e intercambiar de cuerpo de nuevo para descansar siendo el tuvo una idea, se puso una lencería negra que su madre había comprado para modelarsela a Daniel, era semitransparente que dejaba ver sus curvas, se puso unas medias a juego y un par de tacones altos negros. Se veía irresistible para cualquier hombre y Luis lo sabía, "tal vez asi pueda lograr que mi padre satisfaga mi deseo," penso.
Salio del vestidor, se puso frente a Juan y deslizando sus manos por su pecho hasta llegar a su cintura subió una pierna a la base de la cama y hablo, “Juan, te necesito, hace meses que no me tocas y... necesito un hombre que me haga suya” dijo, para después empinarse frente a el y dejar a la vista el enorme trasero de Marisol el cual Juan no dudo en menear un poco y decir con seguridad "este culo te necesita, este culo... Necesita a su papi," con una voz sensual pero al mismo tiempo nerviosa, era decir algo que nunca hubiera imaginado decir antes pero ahora, ahora er auna mujer que necesitaba de su esposo... O más bien, de un hombre que la haga sentir mujer.
Juan trago saliva y respondió con una mirada sensual, la jaló hacia el, y Luis comenzó a manosear el pene que lo había hecho, sentía como ese pene se comenzaba a erectar entre sus manos pero cuando las cosas comenzaron a calentarse, Juan se detuvo. “Estoy muy cansado, mi amor. Mañana, te lo prometo, ahora deja me meto a bañar” dijo, Juan se levantó y dejo a Luis frustrado. Luis se quedó mirando como Juan se iba al baño y cerraba la puerta mientras él se quedaba sentado en la cama sintiendo como su vagina palpitaba por las ganas de querer una verga dentro de ella. El deseo que ardía en su interior era insoportable; su cuerpo estaba al límite, y la humedad entre sus piernas era casi dolorosa. No podía esperar hasta mañana. Con un suspiro de frustración, se levantó de la cama y comenzó a quitarse la lencería dejando expuestos sus enormes senos, "son enormes y tan sensibles," pensaba mientras los veía, terminó de quitarse la lencería y, para ser sincero, Luis nunca había visto una vagina así de mojada en su vida, "será producto de mi deseo por mí papá?" Penso.
Se recostó en la cama, abrió sus piernas y comenzó a juguetear con su vagina, al principio era una sensación rica pero después recordó que ahora tiene clítoris y que ahí está el placer. Comenzó a frotarlo lento, sintió como si una corriente lo recorriera y soltó un leve gemido, "pffff eso se sintió rico," Luis siguió frotando cada vez más y más rápido hasta sentir como su vagina comenzaba palpitar rápidamente seguido de una sensación como si quisiera hacer del baño, tapo su boca por qué sus gemidos fueron imposibles de contener, se miró en el espejo que estaba a su lado, era sensual hasta después del orgasmo.
Rápidamente busco algo que meterse en su vagina, abrió el buro a un lado y ahí encontró un vibrador, se colocó justo frente al espejo y comenzó a introducirlo poco a poco dentro de si. Estaba empapada; su cuerpo clamaba por mas su mano derecha metiendo y sacando el vibrador, mientras su otra mano apretaba uno de sus pechos, pellizcando su pezón con fuerza. Cerró los ojos, imaginando las manos de un amante sobre ella, recordando los encuentros apasionados que su madre había tenido con Diego. “Dios, lo necesito tanto,” susurró para sí mismo, mientras sus movimientos se aceleraban. Su respiración se volvió jadeante, y pequeños gemidos escapaban de sus labios mientras el placer crecía. Finalmente, el segundo orgasmo lo recorrió, haciendo que su cuerpo temblara y sus piernas se cerraran alrededor de su mano. Se mordió el labio para no gritar, y cuando la ola de placer pasó, se quedó allí, jadeando, con el corazón latiendo a mil por hora. Aunque había encontrado alivio, sabía que necesitaba más; necesitaba a alguien que satisficiera sus deseos por completo.
Fue entonces cuando pensó en José, su mejor amigo, quien, en secreto siempre había estado enamorado de Marisol, "José puede ser el hombre que estoy buscando pero... No, hice este intercambio para salvar el matrimonio de mis padres, no puedo hacer que mi mamá vuelva a ser infiel," pedirle a José que se lo cogiera mientras estaba en el cuerpo de su madre no era una opción.
Una tarde, mientras José ayudaba a Luis con un proyecto escolar, encontró el libro mágico que Luis había dejado accidentalmente sobre su cama. “¿Qué es esto, Luis?” preguntó José, hojeándolo con curiosidad. Luis, se sonrojó. "Puedes guardar un secreto? Es… un libro donde encontré un hechizo de intercambio de cuerpos. Lo usé para salvar el matrimonio de mis papás,” confesó. José lo miró incrédulo, pero cuando Luis le explicó cómo había tomado el cuerpo de Marisol para terminar su amorío con Diego, los ojos de José se abrieron de par en par. “¿Entonces ahora puedes ser… tu mamá cuando tú quieras?” preguntó, su voz temblorosa pero con un toque de emoción. Luis asintió, y José tragó saliva, incapaz de ocultar la excitación que la idea le provocaba. Esa tarde a Luis se le ocurrió una idea, "y si pongo a prueba a José?" Luis fingió ir al baño y regreso al cuarto pero ahora en el cuerpo de su madre, "oh José, no sabía que estabas aquí," invitó a José a la cocina por un trago de agua y este aceptó.
Luis platicó un rato con José de cosas banales, cuando estuvieron un rato a solas José pregunto por Luis y subió al cuarto, Luis lo siguió con una sonrisa pícara y este último se encerró con José en el cuarto, José volteo y Luis puso sus manos alrededor de sus senos "me enteré que estás enamorado de mi José, eso es cierto?" José trago saliva, será que la mujer de sus sueños lo está seduciendo? "N... n... no es lo que piensa se... señora..." Luis sonrió y jalo a José hacia el, José no quitaba la vista de su blusa escotada. “José, sé cómo me miras,” dijo con voz seductora, acercándose hasta que sus cuerpos casi se tocaban. José se sonrojó intensamente. “Señora Marisol, yo… no sé de qué habla,” tartamudeó, nervioso. Luis sonrió, colocando una mano en su escote y dejando que sus dedos rozaran su piel. “No tienes que fingir. Sé que me deseas. Y tengo una propuesta para ti.” Sacó una copia del hechizo de intercambio de cuerpos y se lo explicó. “Quiero que intercambies cuerpos con Juan. Serás mi esposo por un tiempo, y podrás tenerme como siempre has soñado." José tomo el papel y se dió cuenta de todo, "Luis? Eres tu?" Luis soltó una carcajada y asintió "claro que sí tonto, de verdad crees que mi mamá te haría caso?" José rio tímidamente pero antes de que pudiera decir algo Luis volvió a hablar "pero... No era mentira, intercambia lugar con mi padre... Eso... Te juro que te haré sentir bien y... Así puedes tener a mi mamá..." José sonrió y le respondió "trato hecho."
Luis, ahora en su cuerpo acompaño a José a la puerta y antes de irse José pregunto "pues bueno, ya me voy pero… ¿y si algo sale mal? ¿Y si Juan se entera? ¿Y si no puedo volver a mi cuerpo?” preguntó, su voz llena de nerviosismo. Luis lo tranquilizó “el hechizo es seguro. Mi padre (Juan) pensará que siempre ha sido tu, y tú tendrás todos sus recuerdos. Nadie lo sabrá, y podrás disfrutar de mi mamá sin restricciones. Y, si no quieres quedarte, podemos revertirlo después.” José, incapaz de resistir la tentación de poseer a la mujer que había deseado por años, finalmente aceptó, aunque su corazón latía con una mezcla de miedo y anticipación pero antes una última pregunta "como sabré que tú estás en el cuerpo de tu mamá?" Luis sonrió y respondió "estaré usando una bata rosa, mi madre ya no la ocupa pero a mí se me hace sexy usarla, es... Reveladora jaja."
La mañana siguiente, mientras Luis, en el cuerpo de Marisol se alistaba para el día a día, José realizó el hechizo. Cuando despertó ahora era Juan, José estaba en el baño del cuarto de los papás de Luis parado frente al espejo "wow, funcionó Luis no me mintió," se asomo por el baño y ahí estaba, la señora Marisol con la bata rosa que Luis le había dicho que traería. “Señora Marisol... más bien, Luis?” dijo José, confundido y temblorosa por qué si sea Luis, "ah! así que por fin lo hiciste jaja pues bienvenido amor solo recuerda llamarme Marisol. Ahora eres mi esposo,” respondió con una sonrisa pícara mientras le daba la espalda. José/Juan la miró, y sus ojos se llenaron de deseo al ver a Marisol en esa bata rosa y su conjunto de ropa interior que apenas cubría su cuerpo. José se abalanzó y le dió la vuelta, "siempre había deseado tenerte en esta situación." Luis respondió "sssh baja la voz, tus hijos... O los niños están dormidos, pueden despertar," dijo Luis riendo.
Pero Luis no podia simplemente dejar esto así, tenía que probar un poco de lo que José le podía ofrecer, "pero tranquilo, podemos jugar en silencio, no crees?" José/Juan sonrió, Luis se recostó en la cama y abrió sus piernas, "hazla a un lado mi tanga y juguetea un poco con mi puchita bebé" de verdad Luis dijo eso en el cuerpo de su madre? No sabía que pasaba, las ganas eran más y el simplemente se estaba dejando llevar por el momento, "eso me agrada," contesto José mientras todos los recuerdos de Juan se combinaban con los suyos. "Mmm parece que si tocó aquí," Luis soltó un gemido fuerte y seguido se cubrió la boca, "ah sí, ahí es donde te gusta, cierto Mari?" José sabía dónde tocar ahora al cuerpo de Marisol para hacerla sentir bien y se notaba, Luis se mordía hasta los labios y los dedos de aguantar el placer que lo estaban haciendo sentir, "mmm dios bendito, ese cabron de mi padre sabía todo este tiempo como hacer sentir bien este cuerpo y aún así se negaba a darme este placer pero... Ahora tu me tienes para ti José... O más bien, Juan jijiji."
José sentía como su pene crecía más y más, nunca había tenido tanta excitación en su vida y todo gracias a por fin poder ver la vagina de la mujer de sus sueños, "esto es fantástico, nunca creí que esto pasara alguna vez jajaja." Luis paro a José y le susurro al oído "bien, entonces deja que la mujer de tus sueños te la mame" José con una sonrisa se recostó en la cama y Luis bajo sus pants sin dudarlo, esto también era algo excitante para Luis. No sabía por qué pero era como si hubiera nacido para ser mujer, para ser Marisol. "Oh wow, es enorme, justo como los recuerdos de mi madre jeje. Bien, voy a comenzar pero no hagas ruido por favor, los niños duermen y no queremos que vean a sus padres haciendo esto, o si? Jaja." Tomo con ambas manos el pene del que fuera su padre y con una sonrisa comenzó a masturbarlo lentamente para después, con un gesto de silencio comenzó a introducirlo en su boca.
Luis parecía que siempre hubiera hecho orales, la forma en la que chupaba el pene de José/Juan era la de una maestra, era de alguien que llevaba años haciendolo pero en realidad era su primera vez, simplemente era gracias a los recuerdos de su madre que sabía lo que hacía pero ahora que estaba viviendo esto, le estaba encantando ser mujer.
José advirtió a Luis que estaba a punto de venirse, Luis se arrodilló frente a este, quien temblaba dentro del cuerpo de Juan. Con un jadeo intenso, José se dejó llevar, soltando su semen sobre los senos de Marisol. El líquido cálido goteó sobre su piel, y Luis, fascinado, tomó un poco con los dedos, llevándolo a sus labios. Lo lamió despacio, saboreándolo, y una sonrisa se formó en su rostro, sus ojos brillando de placer. "¿Qué se siente, mi amor?" preguntó José, su voz ronca, mirándola con deseo mientras recuperaba el aliento.Luis, en el cuerpo de Marisol, alzó la vista, relamiéndose los dedos. "Es... increíble. Nunca imaginé que ser mujer sería tan excitante," susurró, su sonrisa ampliándose. "Quiero más, José... O mejor dicho, Juan, quier mucho más." José rió suavemente, extendiendo una mano para levantarla. "Te daré todo lo que quieras, Marisol," murmuró, atrayéndola hacia él, sus manos deslizándose por su cintura. Pero justo cuando sus labios estaban a punto de encontrarse, un grito agudo resonó desde la puerta. "¡Mamá! ¡Papá! ¡Zara está llorando por qué Javier le pego y no para!" exclamaron sus "hijos", irrumpiendo en la habitación con caras de preocupación. Luis y José se congelaron, mirándose con una mezcla de frustración y risa. "Ya vamos, pequeños," dijo Luis, con la voz cálida de su madre, apresurándose a cubrirse el pecho manchado con su bata, mientras José se ajustaba la pijama, ambos caminando a atender a sus "hijos" con el calor del momento aún presente en sus mentes.
Continuará...