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martes, 10 de junio de 2025

Salvando el matrimonio de mis padres

 Luis, de 20 años, siempre había estado muy unido a su madre, Marisol, una mujer de 45 años. Marisol era una madre amorosa y una esposa dedicada a Juan, con quien llevaba 22 años de matrimonio. A pesar de su edad, Marisol era una mujer impresionantemente bien conservada: su cuerpo voluptuoso, con curvas pronunciadas, un pecho grande y su enorme trasero sumado a una cara hermosa la hacían parecer de no más de 30 años y la convertían en el centro de atención dondequiera que iba. 



Sin embargo, Luis descubrió algo que lo dejó devastado. Una tarde, mientras Marisol cocinaba Luis revisaba el celular de su madre para buscar un contacto y encontró fotos subidas de tono que Marisol le estaba enviado a su vecino Diego. Las imágenes mostraban a Marisol en ropa interior, posando de manera provocativa, con mensajes que dejaban claro que había un romance en curso. “Eres tan sexy, Diego, no puedo esperar a verte esta noche,” decía uno de los mensajes.



Luis sabía que si su padre se enteraba, el matrimonio de sus padres se derrumbaría, y sus hermanos menores, de 15 y 12 años, sufrirían las consecuencias. Decidido a salvar a su familia, Luis guardó el secreto y comenzó a buscar una solución.

Mientras paseaba por una plaza del centro de la ciudad encontró una tienda de antigüedades, en esa tienda encontró un libro polvoriento con una cubierta que le llamo la atención. Hojeando el libro encontró que era un libro que habla de magia y en el había un hechizo de intercambio de cuerpos. Al instante una idea llegó a su cabeza, la idea era arriesgada, pero parecía la única manera de detener el amorío sin que su padre lo descubriera.

Regreso a su casa y comenzó a leer el hechizo, este le permitiría tomar el cuerpo de su madre, acceder a sus recuerdos y así poder terminar la infidelidad desde dentro sin que nadie saliera lastimado, lo mejor de todo es que el hechizo le permitiría regresar cuando quisiera a su cuerpo original sin ninguna consecuencia o efecto secundario pero, su mamá se debería quedarse temporalmente en su cuerpo para que este no muriera, la ventaja era que su mamá no sabría nada acerca del cambio. 

Aunque sabía estaba mal Luis no vio otra opción, esto lo estaba haciendo por mantener a su familia unida y por qué qué la verdad siempre le había llamado la atención la vida de una mujer adulta, como sería ser su mamá? Esa noche preparo todo para hacer el hechizo y mientras sus hermanos dormían era el momento correcto para comenzar con su plan. 

Su padre, Juan, estaba de viaje por el trabajo, Marisol se arreglaba para lo que llamó una “noche de amigas” —claramente una excusa para verse con Diego—, Luis dió comienzo al plan, paso al dormitorio de sus padres, su madre se estaba bañando, Luis trago saliva y dudo por un momento pero, decidió seguir con el plan. El aroma a jazmín del shampoo de Marisol llenaba la habitación mientras luis debía tomar una pertenencia íntima de la persona con la que quería intercambiar como parte de los requerimientos del hechizo. Se dirigió al buró, abrio el cajón de ropa interior para tomar una pantie de Marisol, encontró un conjunto de encaje durazno que lo hizo sonrojarse, "es tan diminuto," pensó. Se fue a su cuarto y se recostó en la cama, colocó la pantie dentro del libro, como las instrucciones decían, seguido, coloco el libro mágico sobre su panaza  y recitó el hechizo con voz temblorosa.

Un calor intenso recorrió su cuerpo, al abrir los ojos, todo había cambiado. Miró hacia abajo y vio los enormes senos de Marisol solo cubiertos por su bata de baño, eran unos senos grandes, firmes y pesados que le estaban dando una nueva sensación a Luis quien apenas podía mantener en equilibrio el voluptuoso cuerpo de su madre. Se miro al espejo asombrado de que el hechizo fuera cierto, incluso se pellizco para comprobarlo y durante su trance recordó que su cuerpo estaba en su cuarto, debía comprobar que no haya muerto en el intercambio. 


Abrió la puerta del cuarto y si, ahí estaba su cuerpo, inerte en la que era su cama Luis abrió el libro y tomo con delicadeza los panties para no despertar a su antiguo cuerpo. Regreso a su cuarto y seguro de estar a solas dijo: "Dios mío, soy mi madre!", volvió a abrir el cajón con emoción y completo el conjunto que había tomado colocándose primero el brasier mientras se admiraba en el espejo, "esto es increíble, mi madre realmente es hermosa y con... Con un gran cuerpo."



Una vez sus senos fueron contenidos era momento de las pantis, las tomo con asombro, "como algo con tan poca tela podía cubrir el trasero enorme de mamá?" Esto en definitiva era algo nuevo. La sensación de tela de encaje del panti y como se amoldaba a su nueva figura comparada con la de uno de sus boxers era muy diferente pero, ya no era un hombre joven, debía vestirse como la señora sensual que ahora era.



Luis comenzó a maquillarse, era como si siempre supiera hacerlo y era obvio, ahora tenía todos los recuerdos de su madre. Sus labios carnosos pintados de un color sutil pero que le quedaba increíble, después de todo, su madre era bellísima y necesitaba solo poco maquillaje para resaltar aún más su belleza, el peinado no fue tan complicado solo se acomodó su cabello largo y ondulado y todo estaba listo. Luis se sentía sensual e irresistible, era como si su cuerpo reaccionara ante toda la emoción de sentirse su madre, una mujer poderosa y sexy, lo que provocó que un deseo ardiente comenzará a crecer en su interior.



Mientras se admiraba en el espejo los recuerdos de Marisol inundaron su mente, vio recuerdos del amorío con Diego: las noches furtivas con el, sus manos ásperas recorriendo el sexy cuerpo de su madre, los gemidos que escapaban de sus labios mientras él la tomaba y penetraba con una pasión que su padre no le había dado en años.


Luis decidió que lo primero que haría al ver a diego era terminar con el. Se terminó de arreglar, una blusa morada que resaltaba sus pechos, unos jeans ajustados que hacían ver a su trasero demasiado tentador y para finalizar un par de tacones para resaltar aún más sus caderas. 



Fue a su encuentro, habían quedado de verse en un hotel del centro de la ciudad, un hotel lujoso y sofisticado que Marisol había reservado cuidadosamente para no ser descubierta. Cuando Diego llegó y abrió la puerta del cuarto, sus ojos se iluminaron al verla. “Marisol, estás más hermosa que nunca,” dijo, acercándose para besarla. Luis, aunque incómodo, dejó que el beso ocurriera, sintiendo los labios cálidos de Diego contra los suyos. Su nuevo cuerpo reaccionó de inmediato: un calor húmedo se encendió entre sus piernas, y sus pezones se endurecieron bajo el sostén. “Para,” dijo finalmente, apartándolo con firmeza. “Esto se acabó, Diego. No puedo seguir engañando a Juan.” Diego intentó convencerla, sus manos deslizándose por su cintura, pero Luis fue tajante. Eliminó las fotos del celular y cortó todo contacto, regresando a casa con el corazón acelerado deshizo el hechizo y vio como su madre pensaba que todo lo que había ocurrido lo había hecho ella, el plan había funcionado pero, un deseo que no podía ignorar había quedado dentro de Luis.



Los días pasaron y Luis pasaba bastante tiempo dentro del cuerpo de su mamá, había encontrado cierto confort en ser ella y comenzaba a disfrutaba mas la vida como Marisol que como Luis. Estaba aprendiendo a amar a sus hermanos como sus hijos y curiosamente ser madre le resultaba sorprendentemente gratificante. Las cosas cotidiana en la vida de una ama de casa le resultaban bastante fácil gracias a los recuerdos de Marisol que le proporcionaba el hechizo y algo más que disfrutaba era las miradas que recibía de los hombres cuando salía de su casa, esas miradas le daban una gratificación que no sentía como hombre, se sentía hermoso.


A pesar de todo, había una situación en la vida perfecta de Marisol, su relación con Juan (su padre) era un problema. Aunque Juan amaba profundamente a Marisol, su deseo sexual había disminuido con los años, mientras que Luis, en el cuerpo de Marisol, sentía con un apetito sexual insaciable y eso el libro no lo advertia, Luis cada vez más se sentía con la necesidad de ser tomado y cogido por su papá y una noche, mientras se preparaba para dormir e intercambiar de cuerpo de nuevo para descansar siendo el tuvo una idea, se puso una lencería negra que su madre había comprado para modelarsela a Daniel, era semitransparente que dejaba ver sus curvas, se puso unas medias a juego y un par de tacones altos negros. Se veía irresistible para cualquier hombre y Luis lo sabía, "tal vez asi pueda lograr que mi padre satisfaga mi deseo," penso.



Salio del vestidor, se puso frente a Juan y deslizando sus manos por su pecho hasta llegar a su cintura subió una pierna a la base de la cama y hablo, “Juan, te necesito, hace meses que no me tocas y... necesito un hombre que me haga suya” dijo, para después empinarse frente a el y dejar a la vista el enorme trasero de Marisol el cual Juan no dudo en menear un poco y decir con seguridad "este culo te necesita, este culo... Necesita a su papi," con una voz sensual pero al mismo tiempo nerviosa, era decir algo que nunca hubiera imaginado decir antes pero ahora, ahora er auna mujer que necesitaba de su esposo... O más bien, de un hombre que la haga sentir mujer.



Juan trago saliva y respondió con una mirada sensual, la jaló hacia el, y Luis comenzó a manosear el pene que lo había hecho, sentía como ese pene se comenzaba a erectar entre sus manos pero cuando las cosas comenzaron a calentarse, Juan se detuvo. “Estoy muy cansado, mi amor. Mañana, te lo prometo, ahora deja me meto a bañar” dijo, Juan se levantó y dejo a Luis frustrado. Luis se quedó mirando como Juan se iba al baño y cerraba la puerta mientras él se quedaba sentado en la cama sintiendo como su vagina palpitaba por las ganas de querer una verga dentro de ella. El deseo que ardía en su interior era insoportable; su cuerpo estaba al límite, y la humedad entre sus piernas era casi dolorosa. No podía esperar hasta mañana. Con un suspiro de frustración, se levantó de la cama y comenzó a quitarse la lencería dejando expuestos sus enormes senos, "son enormes y tan sensibles," pensaba mientras los veía, terminó de quitarse la lencería y, para ser sincero, Luis nunca había visto una vagina así de mojada en su vida, "será producto de mi deseo por mí papá?" Penso.



Se recostó en la cama, abrió sus piernas y comenzó a juguetear con su vagina, al principio era una sensación rica pero después recordó que ahora tiene clítoris y que ahí está el placer. Comenzó a frotarlo lento, sintió como si una corriente lo recorriera y soltó un leve gemido, "pffff eso se sintió rico," Luis siguió frotando cada vez más y más rápido hasta sentir como su vagina comenzaba palpitar rápidamente seguido de una sensación como si quisiera hacer del baño, tapo su boca por qué sus gemidos fueron imposibles de contener, se miró en el espejo que estaba a su lado, era sensual hasta después del orgasmo. 



Rápidamente busco algo que meterse en su vagina, abrió el buro a un lado y ahí encontró un vibrador, se colocó justo frente al espejo y comenzó a introducirlo poco a poco dentro de si. Estaba empapada; su cuerpo clamaba por mas su mano derecha metiendo y sacando el vibrador, mientras su otra mano apretaba uno de sus pechos, pellizcando su pezón con fuerza. Cerró los ojos, imaginando las manos de un amante sobre ella, recordando los encuentros apasionados que su madre había tenido con Diego. “Dios, lo necesito tanto,” susurró para sí mismo, mientras sus movimientos se aceleraban. Su respiración se volvió jadeante, y pequeños gemidos escapaban de sus labios mientras el placer crecía. Finalmente, el segundo orgasmo lo recorrió, haciendo que su cuerpo temblara y sus piernas se cerraran alrededor de su mano. Se mordió el labio para no gritar, y cuando la ola de placer pasó, se quedó allí, jadeando, con el corazón latiendo a mil por hora. Aunque había encontrado alivio, sabía que necesitaba más; necesitaba a alguien que satisficiera sus deseos por completo.



Fue entonces cuando pensó en José, su mejor amigo, quien, en secreto siempre había estado enamorado de Marisol, "José puede ser el hombre que estoy buscando pero... No, hice este intercambio para salvar el matrimonio de mis padres, no puedo hacer que mi mamá vuelva a ser infiel," pedirle a José que se lo cogiera mientras estaba en el cuerpo de su madre no era una opción.


Una tarde, mientras José ayudaba a Luis con un proyecto escolar, encontró el libro mágico que Luis había dejado accidentalmente sobre su cama. “¿Qué es esto, Luis?” preguntó José, hojeándolo con curiosidad. Luis, se sonrojó. "Puedes guardar un secreto? Es… un libro donde encontré un hechizo de intercambio de cuerpos. Lo usé para salvar el matrimonio de mis papás,” confesó. José lo miró incrédulo, pero cuando Luis le explicó cómo había tomado el cuerpo de Marisol para terminar su amorío con Diego, los ojos de José se abrieron de par en par. “¿Entonces ahora puedes ser… tu mamá cuando tú quieras?” preguntó, su voz temblorosa pero con un toque de emoción. Luis asintió, y José tragó saliva, incapaz de ocultar la excitación que la idea le provocaba. Esa tarde a Luis se le ocurrió una idea, "y si pongo a prueba a José?" Luis fingió ir al baño y regreso al cuarto pero ahora en el cuerpo de su madre, "oh José, no sabía que estabas aquí," invitó a José a la cocina por un trago de agua y este aceptó.



Luis platicó un rato con José de cosas banales, cuando estuvieron un rato a solas José pregunto por Luis y subió al cuarto, Luis lo siguió con una sonrisa pícara y este último se encerró con José en el cuarto, José volteo y Luis puso sus manos alrededor de sus senos "me enteré que estás enamorado de mi José, eso es cierto?" José trago saliva, será que la mujer de sus sueños lo está seduciendo? "N... n... no es lo que piensa se... señora..." Luis sonrió y jalo a José hacia el, José no quitaba la vista de su blusa escotada. “José, sé cómo me miras,” dijo con voz seductora, acercándose hasta que sus cuerpos casi se tocaban. José se sonrojó intensamente. “Señora Marisol, yo… no sé de qué habla,” tartamudeó, nervioso. Luis sonrió, colocando una mano en su escote y dejando que sus dedos rozaran su piel. “No tienes que fingir. Sé que me deseas. Y tengo una propuesta para ti.” Sacó una copia del hechizo de intercambio de cuerpos y se lo explicó. “Quiero que intercambies cuerpos con Juan. Serás mi esposo por un tiempo, y podrás tenerme como siempre has soñado." José tomo el papel y se dió cuenta de todo, "Luis? Eres tu?" Luis soltó una carcajada y asintió "claro que sí tonto, de verdad crees que mi mamá te haría caso?" José rio tímidamente pero antes de que pudiera decir algo Luis volvió a hablar "pero... No era mentira, intercambia lugar con mi padre... Eso... Te juro que te haré sentir bien y... Así puedes tener a mi mamá..." José sonrió y le respondió "trato hecho."



Luis, ahora en su cuerpo acompaño a José a la puerta y antes de irse José pregunto "pues bueno, ya me voy pero… ¿y si algo sale mal? ¿Y si Juan se entera? ¿Y si no puedo volver a mi cuerpo?” preguntó, su voz llena de nerviosismo. Luis lo tranquilizó “el hechizo es seguro. Mi padre (Juan) pensará que siempre ha sido tu, y tú tendrás todos sus recuerdos. Nadie lo sabrá, y podrás disfrutar de mi mamá sin restricciones. Y, si no quieres quedarte, podemos revertirlo después.” José, incapaz de resistir la tentación de poseer a la mujer que había deseado por años, finalmente aceptó, aunque su corazón latía con una mezcla de miedo y anticipación pero antes una última pregunta "como sabré que tú estás en el cuerpo de tu mamá?" Luis sonrió y respondió "estaré usando una bata rosa, mi madre ya no la ocupa pero a mí se me hace sexy usarla, es... Reveladora jaja."


La mañana siguiente, mientras Luis, en el cuerpo de Marisol se alistaba para el día a día, José realizó el hechizo. Cuando despertó ahora era Juan, José estaba en el baño del cuarto de los papás de Luis parado frente al espejo "wow, funcionó Luis no me mintió," se asomo por el baño y ahí estaba, la señora Marisol con la bata rosa que Luis le había dicho que traería. “Señora Marisol... más bien, Luis?” dijo José, confundido y temblorosa por qué si sea Luis, "ah! así que por fin lo hiciste jaja pues bienvenido amor solo recuerda llamarme Marisol. Ahora eres mi esposo,” respondió con una sonrisa pícara mientras le daba la espalda. José/Juan la miró, y sus ojos se llenaron de deseo al ver a Marisol en esa bata rosa y su conjunto de ropa interior que apenas cubría su cuerpo. José se abalanzó y le dió la vuelta, "siempre había deseado tenerte en esta situación." Luis respondió "sssh baja la voz, tus hijos... O los niños están dormidos, pueden despertar," dijo Luis riendo.



Pero Luis no podia simplemente dejar esto así, tenía que probar un poco de lo que José le podía ofrecer, "pero tranquilo, podemos jugar en silencio, no crees?" José/Juan sonrió, Luis se recostó en la cama y abrió sus piernas, "hazla a un lado mi tanga y juguetea un poco con mi puchita bebé" de verdad Luis dijo eso en el cuerpo de su madre? No sabía que pasaba, las ganas eran más y el simplemente se estaba dejando llevar por el momento, "eso me agrada," contesto José mientras todos los recuerdos de Juan se combinaban con los suyos. "Mmm parece que si tocó aquí," Luis soltó un gemido fuerte y seguido se cubrió la boca, "ah sí, ahí es donde te gusta, cierto Mari?" José sabía dónde tocar ahora al cuerpo de Marisol para hacerla sentir bien y se notaba, Luis se mordía hasta los labios y los dedos de aguantar el placer que lo estaban haciendo sentir, "mmm dios bendito, ese cabron de mi padre sabía todo este tiempo como hacer sentir bien este cuerpo y aún así se negaba a darme este placer pero... Ahora tu me tienes para ti José... O más bien, Juan jijiji."



José sentía como su pene crecía más y más, nunca había tenido tanta excitación en su vida y todo gracias a por fin poder ver la vagina de la mujer de sus sueños, "esto es fantástico, nunca creí que esto pasara alguna vez jajaja." Luis paro a José y le susurro al oído "bien, entonces deja que la mujer de tus sueños te la mame" José con una sonrisa se recostó en la cama y Luis bajo sus pants sin dudarlo, esto también era algo excitante para Luis. No sabía por qué pero era como si hubiera nacido para ser mujer, para ser Marisol. "Oh wow, es enorme, justo como los recuerdos de mi madre jeje. Bien, voy a comenzar pero no hagas ruido por favor, los niños duermen y no queremos que vean a sus padres haciendo esto, o si? Jaja." Tomo con ambas manos el pene del que fuera su padre y con una sonrisa comenzó a masturbarlo lentamente para después, con un gesto de silencio comenzó a introducirlo en su boca. 


Luis parecía que siempre hubiera hecho orales, la forma en la que chupaba el pene de José/Juan era la de una maestra, era de alguien que llevaba años haciendolo pero en realidad era su primera vez, simplemente era gracias a los recuerdos de su madre que sabía lo que hacía pero ahora que estaba viviendo esto, le estaba encantando ser mujer.



José advirtió a Luis que estaba a punto de venirse, Luis se arrodilló frente a este, quien temblaba dentro del cuerpo de Juan. Con un jadeo intenso, José se dejó llevar, soltando su semen sobre los senos de Marisol. El líquido cálido goteó sobre su piel, y Luis, fascinado, tomó un poco con los dedos, llevándolo a sus labios. Lo lamió despacio, saboreándolo, y una sonrisa se formó en su rostro, sus ojos brillando de placer. "¿Qué se siente, mi amor?" preguntó José, su voz ronca, mirándola con deseo mientras recuperaba el aliento.Luis, en el cuerpo de Marisol, alzó la vista, relamiéndose los dedos. "Es... increíble. Nunca imaginé que ser mujer sería tan excitante," susurró, su sonrisa ampliándose. "Quiero más, José... O mejor dicho, Juan, quier mucho más." José rió suavemente, extendiendo una mano para levantarla. "Te daré todo lo que quieras, Marisol," murmuró, atrayéndola hacia él, sus manos deslizándose por su cintura. Pero justo cuando sus labios estaban a punto de encontrarse, un grito agudo resonó desde la puerta. "¡Mamá! ¡Papá! ¡Zara está llorando por qué Javier le pego y no para!" exclamaron sus "hijos", irrumpiendo en la habitación con caras de preocupación. Luis y José se congelaron, mirándose con una mezcla de frustración y risa. "Ya vamos, pequeños," dijo Luis, con la voz cálida de su madre, apresurándose a cubrirse el pecho manchado con su bata, mientras José se ajustaba la pijama, ambos caminando a atender a sus "hijos" con el calor del momento aún presente en sus mentes.



Continuará...

domingo, 13 de abril de 2025

Vacaciones del cambio

Victor y su mejor amigo Ángel siempre habían sido inseparables, compartiendo todo, desde aventuras de juventud hasta secretos más oscuros. Este año, Victor y Elena (su esposa) decidieron pasar unas vacaciones juntos en un resort de lujo en una playa tropical pero a Ángel no le pareció. Victor estaba emocionado de relajarse con Elena, una mujer de belleza deslumbrante con cabello castaño y curvas que resaltaban en cualquier tipo de bikini. Lo que Victor no sabía era que Ángel, quien siempre había sentido una atracción secreta por el, había encontrado un ritual en un mercado que le permitió poseer su cuerpo.

El sol brillaba intensamente sobre la playa privada de su habitación, las olas rompiendo suavemente contra la orilla mientras Victor y "Elena" (ahora Ángel en su cuerpo) compartían unas copas de vino bajo una sombrilla. Elena, con su bikini verde que apenas contenía sus curvas, se veía radiante, su piel brillando con gotas de agua tras un chapuzón en el mar. Victor, sentado a su lado, no podía evitar admirarla, pero notó algo extraño en su comportamiento: la manera en que hablaba, sus gestos, incluso su risa, no eran los de su esposa.


"Estás muy callada hoy, amor," dijo Victor, tomando un sorbo de su copa mientras la miraba con curiosidad. "¿Pasa algo?"

Ángel, en el cuerpo de Elena, sonrió de una manera que Victor no reconoció, una sonrisa más traviesa de lo habitual. "No, nada… solo estoy disfrutando de esta vista," respondió, su voz suave pero con un tono que no era el de Elena. Se inclinó hacia Victor, dejando que su escote se pronunciara aún más. "Debo decir, Victor… tienes una esposa con una figura increíble. Mira estas curvas… este cuerpo es una obra de arte, ¿no crees? Me siento tan sexy en su piel… tan deseada... Por ti..."


Victor frunció el ceño, su instinto diciéndole que algo no estaba bien. La forma en que "Elena" hablaba de sí misma, como si no fuera ella, lo puso en alerta. Entonces, lo entendió. Recordó las historias que Ángel le había contado sobre rituales de posesión que había leído en un libro antiguo. "¿Ángel?" murmuró, su voz baja pero cargada de sospecha. "¿Eres tú?"

Ángel, atrapado, soltó una risa que confirmó las sospechas de Victor. "Lo siento, amigo… no pude resistirme," dijo, su voz todavía la de Elena pero con un tono más juguetón. "Quería saber qué se siente ser tu esposa, disfrutar de estas vacaciones desde su piel. Y déjame decirte… este cuerpo es increíble. ¿Cómo haces para no tocarla todo el tiempo? Siento cada rincón de ella… y me está volviendo loco."


Victor sintió una mezcla de furia y curiosidad. Ángel había cruzado una línea, pero también había una oportunidad aquí. Si Ángel quería jugar a ser Elena, entonces Victor iba a asegurarse de que sintiera exactamente lo que era ser su esposa… en todos los sentidos. Una sonrisa traviesa se dibujó en su rostro mientras tomaba otro sorbo de su copa. "Si quieres ser mi esposa, Ángel… entonces voy a tratarte como tal,"su voz grave y cargada de deseo. "Pero primero… quítate ese bikini. Quiero verte como veo a ella… completamente desnuda, mostrándome todo lo que tienes para mí."

Ángel, en el cuerpo de Elena, sintió un escalofrío. La idea de ser tratado como la esposa de Victor lo excitaba de una manera que no esperaba. Con manos temblorosas, comenzó a quitarse el bikini, dejando que la tela cayera a la arena, revelando el cuerpo desnudo de Elena bajo el sol. Sus curvas brillaban con las gotas de agua, sus pechos firmes y su piel suave reluciendo bajo la luz. "Así… ¿te gusta lo que ves?" susurró Ángel, su voz cargada de provocación mientras se giraba lentamente para que Victor pudiera admirarla desde todos los ángulos.

Victor la miró con deseo. "Eres perfecta… pero quiero verte posar para mí," dijo. "Ponte en cuclillas, manos detrás de la cabeza… déjame ver cada rincón de mi esposa."

Ángel obedeció, poniéndose en cuclillas frente a Victor, sus manos detrás de la cabeza mientras su cuerpo desnudo quedaba completamente expuesto. Sonrió de una manera seductora, sus ojos brillando con lujuria mientras dejaba que Victor admirara cada curva, cada detalle del cuerpo de Elena. Sus pechos se alzaban con cada respiración, y su vagina quedaba a la vista, brillando bajo el sol. "Mírame, Victor… ¿no soy la esposa perfecta para ti?" susurró, su voz cargada de deseo mientras su cuerpo temblaba.


Victor comenzó a sentir como su pene comenzaba a endurecerse al instante, el deseo consumiéndolo por completo. "Eres más que perfecta… y voy a hacerte mía," gruñó, recostándose en la arena cálida de la playa artificial. Se bajo su traje de baño, dejando a la vista su pene erecto, palpitante de deseo. "Ven aquí, amor… siéntate en mí… quiero sentirte como siento a mi esposa," susurró, su voz grave mientras extendía una mano hacia ella.

Ángel, en el cuerpo de Elena, sintió un calor que lo envolvía por completo. Se acercó lentamente, sus caderas balanceándose de manera provocativa mientras se posicionaba sobre Victor. Se acomodó en vaquerita invertida, dándole la espalda mientras tomaba el miembro de Victor con una mano temblorosa, guiándolo hacia su vagina. Lentamente, se sentó sobre él, dejando que cada centímetro la llenara mientras un gemido profundo escapaba de sus labios. "¡Oh… Victor… eres tan grande… me estás llenando por completo!" gimió Ángel, su voz rota por el placer mientras sentía el pene de Victor chocar contra su nuevo útero. Los gemidos de Ángel eran fuertes, resonando en la playa privada mientras comenzaba a mover sus caderas con un ritmo desesperado, su cuerpo temblando con cada embestida.


Victor, debajo de ella, gruñó de placer, sus manos aferrándose a las caderas de Elena mientras la veía moverse. "Así… muévete para mí… déjame sentirte… eres mía," susurró, su voz cargada de lujuria mientras sus dedos se hundían en su piel. El placer era insoportable, y cuando Victor terminó dentro de ella, Ángel alcanzó un orgasmo que lo hizo gritar, su cuerpo temblando violentamente mientras el éxtasis lo consumía. "¡Sí… Victor… sí… me haces sentir tan bien!" gimió, mientras su cuerpo se sacudía, el placer reflejado en su rostro con una expresión de satisfacción y lujuria.


Ángel, aún en el cuerpo de Elena, se recostó en la playa junto a Victor, su respiración entrecortada mientras el sol acariciaba su piel desnuda. Abrió sus piernas, dejando que el semen de Victor chorreara de su vagina. Miró a Victor con una sonrisa traviesa, su voz suave pero cargada de deseo. "Lista para la siguiente ronda… quiero más de ti… quiero sentirte de nuevo," susurró, sus dedos rozando su propia piel mientras su cuerpo temblaba de anticipación.


Victor la miró, su deseo renovado al verla tan entregada. "Eres insaciable… y me encanta," gruñó, acercándose para besarla con una pasión que hizo que Ángel, en el cuerpo de Elena, gimiera de nuevo. "Si quieres ser mi esposa, Ángel… entonces quédate," susurró Victor, su voz cargada de ternura mientras acariciaba su mejilla. "Podemos tener esto todos los días… una vida llena de placer."

Ángel, en el cuerpo de Elena, abrió los ojos y lo miró con una sonrisa. "Quiero ser ella… quiero ser tuya," respondió, su voz suave mientras se acercaba para besarlo, sellando su decisión con un beso profundo.

Ángel completó el ritual esa misma noche, asegurándose de que el hechizo fuera permanente. No solo se quedó en el cuerpo de Elena, sino que también absorbió todos sus recuerdos, fusionándolos con los suyos propios. Ahora, Ángel no solo era Elena en cuerpo, sino también en mente, conociendo cada detalle de su vida, sus deseos, sus pasiones, mientras mantenía su propia esencia. Para Victor, era como si nada hubiera cambiado… excepto por la intensidad con la que "Elena" ahora se entregaba a él, una mezcla de la dulzura de su esposa y el deseo ardiente de Ángel.

Su vida se convirtió en un torbellino de placer y sexo, disfrutando cada día de su conexión intensa y apasionada en la privacidad de su casa. Cada noche, Victor y la nueva Elena exploraban sus deseos más profundos, sus cuerpos entrelazados acompañado de sus gemidos. "Te amo… te amo tanto," susurraba Elena, mientras Victor la tomaba con una pasión que nunca disminuía. "Hazme tuya… lléname… quiero sentirte dentro de mí," gemía, sus uñas arañando la espalda de Victor mientras él la penetraba con una intensidad que los llevaba al éxtasis.

Meses después, derivado de todo el sexo desenfrenado que tenían, Victor embarazó a Elena. Cuando se enteraron, la felicidad los envolvió por completo. Elena, con los recuerdos de Ángel y su nueva vida como esposa de Victor, acarició su vientre con una sonrisa radiante, su cuerpo desnudo brillando bajo la luz del cuarto mientras se recostaba en su cama. "Vamos a ser padres… y no puedo esperar a seguir amándote así… cada noche, cada día," susurró, su voz suave mientras abría sus piernas, invitando a Victor a unirse a ella una vez más. Victor se acercó, sus manos recorriendo su piel con deseo mientras la besaba con una pasión que nunca se apagaba. "Eres mía… y ahora llevas una parte de mí… no hay nada más perfecto," gruñó, su voz grave mientras la tomaba de nuevo, sus gemidos resonando en la noche mientras el placer los consumía.