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lunes, 30 de diciembre de 2024

Señorita Valeria

Acababa de terminar mi quehacer cuando escuché el timbre de mi casa. Me levanté del sofá, dejando atrás el aburrimiento de una mañana cualquiera, y abrí la puerta. Allí estaba mi profesora Valeria, pero algo en ella era diferente, muy diferente. Era como si sus ojos fueran ventanas a un alma que conocía, pero el cuerpo no correspondía.


"¿Todo bien miss?" pregunté, confundido y un poco asustado.


"No! soy Juan, o bueno no exactamente," respondió con una voz suave y gentil. "Desperté así... en el cuerpo de la maestra de literatura, la señorita Valeria."


El corazón me dio un vuelto. La señorita Valeria era conocida por su belleza madura y sofisticada, pero verla al otro lado de la puerta, con el alma de mi mejor amigo dentro, era surrealista.


"Entra," dije, apenas encontrando mis palabras. "Tenemos que entender esto."


Una vez dentro, vi cómo se desenvolvía en ese cuerpo que no le correspondía. Había algo en sus movimientos, una mezcla de torpeza y fascinación por la nueva piel que habitaba. "Es... extraño," dijo, mirando sus manos, sus curvas. "Pero también... intrigante."


"¿Intrigante?" No pude evitar preguntar, sintiendo una curiosidad que se mezclaba con algo más profundo, más primitivo.


"Mi, quiero decir, sus atributos," murmuró, sonrojándose de una manera que nunca había visto en la señorita Valeria. Se levantó del sofa y lentamente, comenzó a levantarse la blusa, revelando un cuerpo que conocía solo en fantasías adolescentes. Los senos de la señorita Valeria, ahora expuestos, eran una visión que no estaba preparado para enfrentar, especialmente con la mirada de Juan detrás de esos ojos.


"Deberías tocarlas," dijo, guiándome a tocar, a explorar ese cuerpo. Mis manos temblaban, no de miedo, sino de un deseo que nunca había confesado. La piel era suave, los pechos pesados y cálidos bajo mi toque. 


El ambiente se cargó de una tensión sexual que parecía tangible. "Esto es una locura," susurré, pero mi cuerpo ya había tomado una decisión. 


"Por favor, ayúdame a entender esto," susurró mientras se comenzaba a quitar su pantalón y me enseñaba el hermoso culo de la señorita Valeria. Juan, Valeria, no importaba ya, ver a esa hermosa mujer desnuda frente a mi fue todo lo que necesité para abandonar cualquier reserva.


La besé, sorprendido por la suavidad de aquellos labios en un cuerpo que no esperaba. Sus manos, ahora expertas en su nueva forma, me desvistieron con una urgencia que inflamó cada nervio de mi ser. 


Se encontraba en el suelo, hincada frente a mi entre la ropa esparcida y los suspiros de asombro. Juan, en ese cuerpo femenino, exploraba y era explorado, saco de mi pantalón mi verga.


Juan quedó boquiabierto cuando vio el tamaño que tenía, "puedo chuparlo?" Pregunto y yo accedi sin ninguna duda. Lo tomo con ambas manos y comenzó a masturbarme lentamente hasta que decidio introducirlo en su boca, la mejor mamada que me habían dado en toda mi vida me la estaba haciendo mi mejor amigo en el cuerpo de la señorita Valeria.


Levante a Juan del piso ya que yo quería avanzar más en esto. cada toque que Juan me daba era una lección de placer y descubrimiento. Lo voltee y comencé a masturbar su vagina, los gemidos que escapaban de sus labios creaban una sinfonía de deseo que lo llevo al climax, "ya no aguanto más, cogeme por favor" las palabras que quería escuchar. Lo levanté y guíe para que se sentará en mi verga la cuál poco a poco comenzó a penetrar la vagina que siempre había deseado en mis sueños más sucios, "eso se siente bien bebé" exclamó seguido de un sutil y dulce gemido, estar dentro de la señorita Valeria es de otro mundo.



El dia se convirtió en una danza de cuerpos y almas, donde los límites de la identidad y la lujuria se desdibujaron. Al atardecer, con el cuerpo de Valeria envuelto en mis brazos, y el alma de Juan dentro, entendimos que algunas aventuras no tienen explicación, solo la necesidad de ser vividas. "Vente dentro de mi, no importa si quedó o queda embarazada, quiero sentir lo que es ser la señorita Valeria en su totalidad" esas palabras eran todo lo que necesitaba para dejar la vagina de la señorita Valeria llena de mi semen.


"Mmm eso fue delicioso" Juan tomo mi semen con sus dedos y los introdujo a su boca, "mmmm al parecer está puta quiere más" le dije. Juan solo sonrió y se puso en 4 "pues que esperas papi".




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