Buscar este blog

martes, 18 de marzo de 2025

"El placer de sustituirla"

"El placer de sustituirla"

Santi estaba al límite con Meli. La relación se había vuelto insoportable, y esa tarde, mientras se preparaban para una boda, se dejó caer en el sofá con un suspiro agotado. Miró a Roger, su mejor amigo, que estaba recostado en el sillón cercano mientras esperaba.

—Oye, Roger, ¿y si intercambias cuerpos con Meli por esta noche? —dijo Santi, con una mezcla de cansancio y sarcasmo—. No la aguanto más. Tú podrías ir a la boda en su lugar, con su vestido y todo. Sería un alivio.

Roger se rió, incrédulo. —¿Intercambiar cuerpos? ¿Y cómo se supone que hacemos eso?

—No sé, encuentra una manera —respondió Santi, encogiéndose de hombros—. Pero si pudieras ser ella por unas horas, te lo agradecería eternamente.

Meli entró en la sala justo en ese momento, con pasos firmes. Era una mujer esbelta, de tez blanca, con cabello oscuro largo que caía sobre sus hombros. Llevaba un vestido negro escotado y ajustado que resaltaba sus senos grandes y su cintura pequeña. Roger, aún en el sillón, no notó su llegada de inmediato.


—¿Así que quieres que Roger sea yo? —preguntó Carla, cruzándose de brazos—. ¿Y qué gano yo con eso, Santi?

—Un descanso de mí, supongo —respondió él con una sonrisa torcida—. Haz lo que quieras, pero no me arruines la noche.

Meli miró a Roger con una chispa traviesa en los ojos. —Está bien, lo haremos.

Sin dar tiempo a preguntas, Meli cerró los ojos y murmuró unas palabras extrañas. En un instante, una corriente recorrió la sala, Roger y Meli intercambiaron cuerpos. Roger, ahora en el cuerpo de Meli, se miró las manos, el vestido, y luego bajó la vista al escote, completamente atónito.

—¡¿Qué carajo?! — exclamó Roger con la voz aguda de Carla, tocándose el cabello largo.

Meli, en el cuerpo de Roger, soltó una carcajada grave. —Te ves bien con mi cuerpo. Creo que me voy a divertir con esto. Me largo, chicos, nos vemos en la boda.

Antes de que alguien pudiera detenerla, Meli, agarró las llaves y salió por la puerta, dejando a Santi y a Roger solos en la sala.

Roger se acercó a Santi, tambaleándose un poco por los tacones. Con una mezcla de curiosidad y audacia, deslizó la parte superior del vestido hacia abajo, dejando al descubierto los senos grandes que ahora eran suyos. Los miró fascinado y después volteo a ver a Santi con una sonrisa y dijo "las tetas de Meli son increíbles amigo".


—Esto es… raro, pero increíble —dijo Santi.

Santi, había estado observando todo con una mezcla de sorpresa y diversión, se acercó lentamente. —Bueno, si vas a ser ella por esta noche, dejemos que valga la pena.

Con un movimiento rápido, Santi le quitó el vestido por completo a Lucas, dejándolo en la lencería negra que Meli había escogido para esa noche. Sin dudarlo, se inclinó y comenzó a chupar los senos que ahora pertenecían a su amigo, arrancándole un gemido agudo de placer.


—¡Oh, mierda, esto es… demasiado bueno! —jadeó Roger, cerrando los ojos.

Santi sonrió mientras chupaba el pezón. —Te dije que sería un alivio.

Roger, con la cara encendida de excitación, se arrodilló frente a Santi y le bajó los pantalones. Tomó el miembro erecto y lo envolvió entre las tetas que ahora eran suyas. Santi gimió, perdido en la sensación.


—Nunca pensé… que te vería así, amigo —dijo Santi entre jadeos.

—Cállate y disfruta —respondió Roger, riendo con la voz de Meli.

Luego, Roger se sentó en el sillón, y Santi apartó la tanga de la lencería que llevaba puesta. Se arrodilló entre sus piernas y comenzó a lamer su vagina, mientras Roger, abrumado por el placer, se agarraba los senos y los masajeaba.


—¡Sigue… no pares! —suplicó Roger, su voz temblando.

Santi se levantó, se desvistió por completo y terminó de quitarle la tanga a Roger. La tensión entre ellos era palpable.


Luego, levantó a Roger y lo montó sobre su regazo, penetrándolo con fuerza. Roger gritó de placer, sosteniendose de las muñecas de Santi mientras se movían juntos.



—No imaginé que esto… fuera tan intenso —dijo Roger entre gemidos.

—Ni yo —respondió Santi, riendo entre jadeos.

Roger se giró, poniéndose en cuatro, y Santi lo tomó desde atrás, embistiéndolo con un ritmo feroz. El placer los consumía, y la sala se llenó de sus respiraciones agitadas.



 Finalmente, Roger se arrodilló frente a él, mirándolo con una sonrisa traviesa en su rostro femenino.

—Termina donde quieras —dijo, guiando las manos de Santi hacia sus senos. Santi dejó que su semen la cubriera, y Roger sonrió, satisfecho, mientras el semen resbalaba por su piel.



Exhaustos, se miraron y rompieron en risas. Santi se dejó caer en el sofá, aún recuperando el aliento. —Bueno, Roger, creo que hiciste un gran trabajo siendo Meli. Vamos, arréglate, que llegamos tarde a la boda.

Roger, todavía en el cuerpo de Meli, se ajustó el vestido con una sonrisa. Minutos después, los dos salieron hacia la boda, con una complicidad renovada y una experiencia que ninguno olvidaría.

1 comentario: